Hoy en día, nuestras memorias se graban principalmente en forma electrónica. Pero las máquinas que reproducen estas memorias desaparecen del mercado con la llegada de nuestros formatos. ¿Vamos a dejar algún rastro de nuestras vidas, o van nuestros discos duros, USB y cintas ser tan ilegibles como los jeroglíficos de civilizaciones perdidas?